Lamia es una criatura extraordinaria…
En la mitología vasca, las lamias (lamiak o laminak) son genios mitológicos a menudo descritos con pies de pato, cola de pescado o garras de algún tipo de ave. Casi siempre femeninos y de una extraordinaria belleza, moran en los ríos, fuentes y arroyos, donde acostumbran a peinar sus largas cabelleras con codiciados peines de oro.
Suelen ser amables y la única manera de enfurecerlas es robarles sus peines.
Se cuenta también que han ayudado a las personas en la construcción de dólmenes, cromlech y puentes, pues las lamias son conocidas por ser muy buenas arquitectas que construyen grandes esculturas y edificios.
A veces se enamoran de los mortales, pero no pueden casarse con ellos, pues no pueden pisar tierra consagrada, aunque en ocasiones tienen hijos con ellos… así nació Lamia Creativa
Del Zadorra (Álava) a Piedras Albas (Cáceres)
A finales de los 80′, Josu, un todavía tierno pastor del Gorbea, conoció a Zuriñe, una joven y bellísima lamia mientras descansaba junto a una fuente. Se enamoraron perdidamente y se casaron a escondidas del pueblo. Al poco tiempo, concibieron una preciosa niña a quien llamaron Creativa. Creativa nació y creció sana y feliz, con la peculiaridad de haber heredado los pies (o mejor dicho, las patas) de su madre.
Sin embargo, Creativa no se acomplejaba de su particular característica, pues la hacía especial e inconfundible. Además, podía hacer algo que su madre no podía: alejarse del bosque y pisar la tierra de los mortales, pues era mitad mortal.
Durante 28 años, Creativa vivió con su madre a orillas del río Zadorra (Álava), donde se ganaban la vida pescando para un mercader de la zona.
Así que un día, Creativa decidió cambiar de aires y, junto con su mejor amigo Perro (un can más humano que muchos), se fue al pueblecito de sus abuelos paternos, con poco más de 100 habitantes, en lo más recóndito de la más profunda Extremadura: Piedras Albas, llamado así por los grandes pedruscos de cuarzo blanco que se encuentran por la zona.
Creativa estaba entusiasmada con la idea de poder vivir en otro sitio que no fuera el mismo río de siempre y fantaseaba con las grandísimas aventuras que viviría en ese pueblo que no veía desde la última vez que su padre la llevó, siendo aún una adolescente. Pero lo que Creativa no tuvo en cuenta fue que las lamias no son siempre bien recibidas.
Algunos vecinos la miraban como a un bicho raro y la consideraban extranjera, a pesar de tener raíces extremeñas. Eso hizo que Creativa se sintiera sola y desamparada, pero su tozudez le impedía volver a casa y dar la razón a sus padres cuando le decían que en el pueblo “no había nada”.
Durante muchos meses Creativa y Perro vivieron en la misma charca estancada pescando tencas que vendía en el pueblo, hasta que un día Creativa conoció a una libélula y se enamoró de ella. La libélula le alentó y le enseñó que podía cambiar el mundo, dejando una bonita huella tras su paso por él. Así que la lamia dejó la charca y se trasladó a una casita construida sobre un arroyo, lo que la hizo más familiar.
Creativa adoraba pintar, construir, coser (herencia de su abuela)… en definitiva, crear objetos con sus manos, por lo que decidió dar un giro a su carrera profesional y se formó en Gestión de Residuos. Así comenzó a recoger basura por el campo, clasificarla y a convertir parte de ella en arte. Pero Creativa no se conformaba sólo con eso, de modo que empezó a compartir con el mundo su filosofía y su visión de vida.
Lamia Creativa ha encontrado el lugar que le correspondía en el planeta: convertirse en artesana del reciclaje y velar por la conservación de Amalur (Madre Tierra).
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Te presento a la persona que está detrás de Lamia Creativa :
Estíbaliz Gutiérrez Gómez,
Natural de Vitoria, Licenciada en Administración y Dirección de Empresas, con unos cuantos cursos a las espaldas y trabajando durante más de 6 años en una empresa familiar Mayorista de pescado y de marisco, entre otras cosas; mi vida cambió el día que me paré a pensar en la vida. Recuerdo que de pequeña, en el colegio, nos enseñaron que un día se divide en tres partes: dormir, trabajar y vivir. (Vivir incluye: comer, hacer la compra, ocio, traslados, etc.) Y lo demás es pura matemática. Si el día tiene 24 horas (24/3): en dormir empleamos 8h, en trabajar 8 horas y para todo lo demás, invertimos las 8 horas que nos quedan. No es una regla exacta, pero se supone que se debería repartir de esa manera, o así nos lo han inculcado.
Así que hice balance: no era feliz en mi trabajo, dormía 5horas de media al día debido a los horarios intempestivos que tenía en el trabajo y el resto del tiempo lo intentaba llenar con actividades que me hacían feliz. Sólo cumplía con una tercera parte de la “norma”.
Ahí fue cuando empecé a plantearme la verdadera finalidad de nuestra existencia y encontré una frase que me marcó para siempre:
AQUEL QUE PLANTA UN ÁRBOL SABIENDO QUE NUNCA DISFRUTARÁ DE SU SOMBRA, HA ENTENDIDO EL SIGNIFICADO DE LA VIDA.
Soy joven, con ganas de aprender, avanzar y encontrar su sitio en la vida. Hacer algo bueno por y para los demás y por nuestro planeta es algo que me llena y me hace querer seguir creciendo, no tirar la toalla en una sociedad tan derrochadora y consumista, saber que podemos cambiar el mundo que nos rodea con pequeñas acciones que nos dirijan hacia el cambio.
Soy una persona imaginativa y con una gran capacidad creativa. Dame una idea y le daré mil vueltas, buscaré varias opciones… encuentro inspiración allá donde mire, todo tiene más de una salida.
¡Hablemos! 😉